viernes, 8 de noviembre de 2013

En el reino de hielo: Vatnajökull (I)

El camino hacia la nada en Vatnajokull/Cristina Palomar

 Me dijeron: "mañana visitaremos el glaciar más grande de Europa" y me quedé helada.Con 8.400 kilómetros cuadrados de superficie, Vatnajökull -el glaciar de agua- es más grande que las provincias de Madrid o Barcelona y almacena más hielo que todos los glaciares europeos y del resto de Islandia juntos. Si quieres encontrar otro pedazo de hielo tan impresionante tendrás que irte a la Antártida o a Groenlandia. Vatnajökull está encima de un volcán y el día que éste despierte no puedo ni imaginar la inundación que provocará.

El madrugón del día siguiente fue un martirio. Hacía muy mal tiempo, llovía y la temperatura había bajado mucho. Tenía toda la ropa de abrigo húmeda del día anterior, el frío se calaba en los huesos y bajo el mullido edredón de plumas de la bonita granja-hotel de Smyrlabjörg se estaba de maravilla. Sin embargo, el sacrificio tuvo su recompensa. Y no solamente por el paisaje tan impresionante, sino por el guapo guía islandés alto como una torre y dos veces más grande que yo que me acompañó durante todo el día.


En mi moto de nieve/Cristina Palomar
Llegamos al refugio después de más de una hora de recorrido por un estrecho y peligrosísimo camino de cabras por el que nunca más en mi vida volveré a pasar. Casi era más ancho el 4x4 que la vía y en algunos puntos el jeep se ponía casi vertical. Recuperada del susto, mi gigante islandés me mostró una inmensa moto de nieve. "¿Sabes conducir una?", me preguntó en un inglés imposible. "Lo hago cada día", respondí. Me senté en una de ellas y me preparé para morir.


Con mi hermoso Yeti islandés/Cristina Palomar

La visita consistía en recorrer una parte del glaciar en moto de nieve. De haber hecho sol, habría sido increíble, pero a los tres metros todo desaparecía en la niebla, y había que ir con cuidado para no acabar cayendo en una grieta. La peligrosa aventura tuvo su recompensa: el guía no paró de hacerse fotos conmigo, abrazarme y sonreírme. Y a la vuelta, nos ofrecieron un suculento buffet. Lo mejor: el yogur. Los islandeses lo toman descremado y le añaden nata. Estos vikingos...

IslandiaLas razones de mi viaje a la isla misteriosa.

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