martes, 15 de octubre de 2013

La tierra de los paisajes imposibles (II): alunizaje islandés


Esta es la pinta que tiene el Infierno/Cristina Palomar

Dicen que los islandeses son muy suyos: aman tanto su isla aunque ésta les haga la vida muy difícil que no dudan en matar cualquier oso polar que llegue hasta sus costas sobre un témpano de hielo, miman hasta la obsesión sus hermosos y robustos caballos y no les gustan nada los extranjeros porque para ellos son sinónimo de invasores.

A pesar de estas críticas -hechas sobre todo por noruegos y daneses, que los ven como unos paletos- yo no tengo ninguna queja del trato recibido durante mi viaje. Todos los isleños son un poco raros y el idioma islandés hace muy difícil la comunicación, pero lo que sí que me sorprendió fue su inocencia, ya que comparado con la malicia de un mediterráneo, el islandés es como un niño grande.

Hacía yo estas reflexiones mientras el guía nos mostraba unas curiosas cuevas donde antiguamente se bañaban los granjeros de los alrededores. Naturalmente, no lo hacían todos los días, ni todas las semanas tampoco. Igual con un par de veces al año ya tenían suficiente teniendo en cuenta el frío que hace en invierno. Las piscinas naturales están bajo una gran grieta abierta en la tierra por un terremoto, pero ahora el baño está prohibido porque el agua sale tan caliente que sólo puedes sumergirte con escafandra.

Las vacas llevan sujetador/Cristina Palomar
De aquí, fuimos a comer a una granja de vacas donde me bebí uno de los cappuccino mas buenos que recuerdo gracias a una nata excelente. Me sorprendió ver que todas las vacas llevaban una especie de sujetador alrededor de las gigantescas ubres y atado al lomo.

El tema de la infraestructura hotelera es algo a tener en cuenta cuando quieres viajar a Islandia porque la mayoría de los hoteles están en la capital. En el resto de la isla, lo más fácil es encontrar acomodo en sencillos bred&breakfast o en algunas granjas. En algunos pueblos incluso utilizan las escuelas como modestos albergues para el viajero durante los meses de verano.

Con el sabor del café y la nata todavía en la boca, empezó la segunda ronda de paisajes imposibles. Visita obligada es el volcán Viti, que en islandés significa Infierno. Sin embargo, lo más sobrecogedor resultó ser el alunizaje sobre la Luna en forma de caminata de 9 kilómetros que hicimos por un campo de lava solidificada entre charcos de agua hirviendo de todos los colores y chimeneas expulsando vapor de agua.

Kilómetros de lava para perderse/Cristina Palomar
La erupción cogió a todo el mundo por sorpresa y destruyó en pocos minutos todo un pueblo. No quedó nada en pie y los vecinos se salvaron de puro milagro. Supongo que la inestabilidad de la isla es una de las razonas por las que antiguamente los islandeses usaban casas desmontables que iban moviendo de lugar en función de los antojos de la naturaleza. Cuánta paciencia.

Islandia: las razones de mi viaje a la isla misteriosa.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario