jueves, 12 de septiembre de 2013

La sorprendente Avilés de Niemeyer

El Centro Cultural de Oscar Niemeyer en Avilés
Pasar las vacaciones en Asturias y encadenar unos cuantos días de lluvia y mal tiempo es un riesgo que hay que correr siempre que se viaja al norte aunque sea en agosto.

Después de días sin ver el sol y agotar todas las excursiones a la zona, preguntamos a la propietaria de nuestro bello hotel La casona de la Paca (en Pito, al lado de Cudillero) por el camino a Gijón y nos sorprendió su respuesta. "De Gijón, lo único bonito es su playa. Si no te interesan las tiendas, mejor ves a Avilés", insistió ante mi incredulidad.

Para mí, Avilés siempre ha sido sinónimo de ciudad provinciana, gris e industrial, no de ciudad digna de ser visitada. ¡Y que gran error el mío! 

Avilés es industrial, por supuesto. En el margen derecho de la ría se alza el parque empresarial del Principado de Asturias, conocido popularmente como Pepa. Sin embargo, debido a la fuerte inmigración sufrida durante el siglo XX de otras zonas del norte de España, Avilés también es una ciudad cosmopolita, con mucho dinero y con una intensa vida cultural.

Justo enfrente de la Pepa y al otro lado de la ría, la pequeña ciudad se muestra muy hermosa y limpia, y las calles adoquinadas y porticadas del centro histórico son sorprendentes.

Nosotros aparcamos el coche en la avenida del doctor Severo Ochoa para no tener que pagar zona azul y desde allí atravesamos la plaza del Carbayedo, llena de sidrerías, hasta la calle Galiana, también llena de sidrerías para variar y de bellísimas casas palaciegas.


La calle Galiana con sus porches/Cristina Palomar
Lo más recomendable es dejarse llevar y perderse por sus calles peatonales con un buen mapa de la ciudad. Puedes acabar en la gran plaza de España -donde una carabela preside el ayuntamiento- y escoger entre girar a la izquierda y bajar hasta el barrio pescador y el bonito mercado de Abastos por la comercial calle La Cámara o tirar hacia la derecha.

Si escoges esta última opción, lo más recomendable es dirigirse hacia el puente de San Sebastián. Justo enfrente y para sorpresa del visitante se yergue el Centro Cultural Internacional Avilés, obra del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, fallecido el año pasado a los 104 años.


El edificio -del típico hormigón armado, formas redondeadas y  blanco impoluto marca del artista- contrasta con el fondo industrial y con las famosas cinco chimeneas que presiden el polígono siderúrgico de Avilés creando un sugerente paisaje postnuclear.

El Centro Cultural, inaugurado en el 2011, es el proyecto más ambicioso del arquitecto brasileño en Europa y por si solo bien vale una visita. A la vuelta, nos refrescamos en la fuente de Caños de Rivero y nos sentamos en silencio y todavía impresionados en un banco del bonito parque de Ferrara.


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