lunes, 19 de agosto de 2013

Tomar el sol de espaldas al mar (I)

La playa del Silencio/Cristina Palomar
Asturias es urbana, es industrial y es rural, pero sobre todo es marinera. Sus 345 kilómetros de costa nos regala 200 bellas playas dónde perderse y un bravo mar con un intenso olor a sal y algas en descomposición. Otra cosa para una mediterránea como yo es pretender bañarse incluso en pleno agosto.

A pesar de insistir en que el agua del Cantábrico este verano está más calentita que otros años, yo sólo he conseguido meterme en el mar hasta las rodillas en la playa del Silencio, una hermosa cala situada en la costa occidental asturiana cerca de Cudillero, uno de los pueblos más bonitos de la Costa Verde.


Las piedras de la Concha de Artedo/Cristina Palomar
Mis problemas para darme un buen chapuzón en las playas asturianas no sólo se han limitado a la temperatura del agua. Lo primero es que haga un día soleado y sin viento, cosa que no siempre es fácil. Lo segundo es coincidir con la marea baja y lo tercero es llevar un buen calzado de goma para sortear la cantidad bestial de piedras que hay dentro y fuera del agua, sobre todo si decides bañarte en la Concha de Artedo, una imponente rada entre los pueblos de Artedo y Lamuño.

A esto hay que añadir, en el caso de la playa del Silencio, caminar 800 metros en pendiente y bajar una empinada escalera de piedra cargada con toallas, sombrilla, nevera y lectura. Una vez allí, resulta que de silencio nada: la playa está llena de gente y hay un enorme perro pulgoso de un grupo de hippies que le encanta revolcarse en las toallas de los demás.

Intentar estirarse a tomar el sol es también toda una aventura porque si no llevas una buena hamaca que te aísle de la humedad, no te queda más remedio que tumbarte sobre las piedras para alegría de tu espalda.

Finalmente, cuando consigues estirarte te das cuenta que hay algo que no cuadra con tu estructura mental playera. Si te pones mirando hacia el agua para que recibir la refrescante brisa marina, el sol te da en el cogote porque casi todas las playas miran hacia el norte o el oeste. Así que no queda otra que tomar el fuerte sol del norte de espaldas al mar.


Los Quebrantos/Cristina Palomar
Cuando una está acostumbrada a la arena dorada del Mediterráneo cuesta encontrar bonita una playa de arena negra. Siguiendo las recomendaciones de la hotelera me acerqué a Los Quebrantos, una playa situada en Soto del Barco.

A los asturianos les encanta caminar por la arena con los pies descalzos aunque haga un frío de mil demonios y para no parecer marciana decidí hacer lo mismo sin saber que la caminata me llevaría dos horas entre ida y vuelta porque Los Quebrantos se junta con el Playón de Bayas y nadie te avisa.

Dos semanas y un montón de restregones después sigo teniendo las uñas de los pies negras.




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